Salmo 145
Introducción. –
Este salmo acróstico, o sea, constituido por versos cuyas letras iniciales forman un vocablo o una frase, o comienzan sucesivamente por una letra del alfabeto, es un grandioso himno a los atributos divinos, manifestados en las obras portentosas en favor de los hombres en general, sin concretarlas -como en otras composiciones del Salterio- a sus relaciones con el pueblo elegido. La mano pródiga de Dios está siempre abierta a las necesidades de los hombres, amparando particularmente a los humildes y desvalidos. La distribución alfabética sacrifica algunas veces la ilación lógica del pensamiento; y así, las formulaciones tienen el aire de jaculatorias, exhortaciones o sentencias más o menos inconexas, a modo de una larga doxología o forma de alabanza a Dios, que encabeza los «salmos de alabanza», que cierran la colección general del Salterio. El salmista habla en nombre de la nación, dando de lado a sus preocupaciones personales. Esta colección final del Salterio (salmos 144-150) ha sido compuesta con una marcada finalidad litúrgica.
Consta de cuatro partes: Alabanzas tributadas por el salmista, Alabanzas que desea le tributen las generaciones, Alabanzas que desea le tributen los devotos y fieles de Yahvé, Alabanzas recapitulatorias, v. 21.
A. Aprender a alabar a Dios.
Alabanzas tributadas por el salmista: Desde un principio domina la amplitud universalista: por siempre jamás, día tras día. Si lo ensalza, no es por un beneficio particular.
Te exaltaré, mi Dios, mi Rey,
Y bendeciré tu nombre eternamente y para siempre.
Cada día te bendeciré,
Y alabaré tu nombre eternamente y para siempre.
Grande es Jehová, y digno de suprema alabanza;
Y su grandeza es inescrutable.
Exaltar es alabar, enaltecer, ensalzar. El salmistahonra y promueve el nombre de Dios de la manera más personal:
·Lo hizo dirigiéndose a Él directamente
·Lo hizo con una referencia personal.
·Lo hizo con un corazón rendido.
·Lo hizo indefinidamente.
Bendecir a Dios es alabarlo con afecto personal y desearle el bien; este es un ejercicio cada vez más fácil a medida que avanzamos en experiencia y crecemos en gracia.
Cuando alabamos a Dios lo “levantamos” en nuestro canto y en nuestra habla; el efecto debe ser que nosotros, y otros, tengamos más alto concepto de él. Nuestra alabanza no lo exalta si no lo exaltamos en la vida diaria. “Bendecir su nombre” destaca que la alabanza es para que él se goce, es para mostrar nuestro amor a él. Uno decide a quién ama; el creyente toma una decisión definida de bendecir a Dios. Con doble énfasis, eternamente y para siempre, el salmista muestra su seguridad en Dios, que incluye una vida continuada con él, aun después de la muerte. No habla solamente de la duración eterna de esta comunión con Dios en la alabanza, sino se goza de ella cada día; y de nuevo agrega eternamente y para siempre. La variación poética con exaltaré y bendeciré en los vv. 1 y 2 ejemplifica la belleza del paralelismo en la poesía hebrea. El Señor merece toda esta alabanza porque realmente es grande. Aunque el hombre moderno piensa dominar la creación con su tecnología, esta misma tecnología muestra cada vez más la grandeza del universo. Con más razón que nunca el creyente hoy puede gritar: Su grandeza es inescrutable.
El salmista está firmemente decidido a alabar a Dios. El texto tiene cuatro declaraciones de intención en él (alabaré, bendeciré, bendeciré, exaltaré). Con frecuencia es una tontería para nosotros, los pobres mortales, decir ‘lo haré’, porque nuestra voluntad es tan débil y voluble; pero cuando nos decidimos por la alabanza a Dios, podemos decir, ‘lo haré’ y ‘lo haré’, y ‘lo haré’ y ‘lo haré.
Pasar la alabanza de Dios de una generación a otra.
Generación a generación celebrará tus obras,
Y anunciará tus poderosos hechos.
En la hermosura de la gloria de tu magnificencia,
Y en tus hechos maravillosos meditaré.
Del poder de tus hechos estupendos hablarán los hombres,
Y yo publicaré tu grandeza.
Proclamarán la memoria de tu inmensa bondad,
Y cantarán tu justicia.
Ahora el salmista presenta detalles; la grandeza de Dios se manifiesta en sus obras y hechos. Celebrar estas obras y hechos de Dios es una manera de alabarle. Esto es lo que hacía Israel en sus grandes fiestas. El salmista amontona vocablos para enfatizar lo maravilloso de lo que Dios ha hecho. Primero hablarán; hemos de hablar de lo que Dios ha hecho en nuestras vidas. También los padres y adultos lo cuentan y lo celebran ante otra generación; debemos decir a los hijos lo que Dios ha hecho en nuestras vidas. Además, debemos “meditar” en las maravillas de Dios; nos hace agradecidos y aumenta la confianza en Dios. Igual que el salmista, veremos en los actos de Dios su bondad y su justicia.
El salmista esperaba que el pueblo de Dios se animara unos a otros en alabanza. Una generación mayor puede inspirar a una generación más joven a alabar recordando los poderosos hechos de Dios en el pasado. Una generación joven podría suscitar alabanza en una generación mayor al declarar las cosas frescas y nuevas que Dios estaba haciendo.
Las alabanzas de Dios son muchas, y la vida del hombre es corta, y una generación sucede a otra: que relacionen las maravillosas obras de Dios entre sí, y así perpetúen sus alabanzas para toda la posteridad.
Las generaciones se unirán aquí: juntas formarán una historia extraordinaria. Cada generación contribuirá con su capítulo, y todas las generaciones juntas compondrán un volumen de carácter incomparable.
La alabanza proviene no solo de la emoción, sino del pensamiento cuidadoso, de la meditación cuidadosa. El salmista medita no solo en las grandes cosas que Dios hacía, sino que también presta atención a la hermosura de la gloria de Dios. La idea es la de la gloria y la maravilla de quién Dios es en realidad.
Cuando pensamos en los aspectos de la hermosura de la gloria de Dios – Su majestad, Su sabiduría, Su presencia constante, Su conocimiento completo, Su poder ilimitado, Su plan y propósito amoroso y sabio – todo esto debe suscitar alabanza en nuestro interior.
Cuando pensamos en los hechos maravillosos de Dios– Sus obras de planificación, Sus obras de creación, Sus obras de providencia, Sus obras de rescate, Sus obras de salvación ahora y en el siglo venidero, todo esto debe suscitar la alabanza dentro de nosotros.
Aquí hay palabras [variadas] amontonadas, para dar a entender que no había palabras suficientes para expresarlo.
El resplandor centelleante con el que, reunidos, por así decirlo, en una masa radiante, brillan como un gran globo de fuego.
Para dar énfasis, el salmista repite la idea de alabar a Dios por quién Él es y por lo que ha hecho. Repitiendo la idea por tercera vez, recordamos la demostración de la inmensa bondad de Dios en lo que hace, y declaramos que está lleno de justicia en quién Él es.
El salmista exhorta a todo el pueblo de Dios a participar en la extensión del reino de Dios mediante la meditación privada, la discusión y el hablar en público sobre los poderosos actos de Dios.
Todos los hombres están enamorados de la grandeza. Entonces deben buscarla en Dios y obtenerla de Dios. David hizo ambas cosas. Toda la historia muestra a la criatura aspirando a esta gloria. Asuero, Astiages, Ciro, Cambises, Nabucodonosor, todos fueron llamados los grandes. Alejandro el Grande, cuando llegó al Ganges, ordenó que su estatua fuera hecha de un tamaño superior al natural, para que la posteridad pudiera creer que era de una estatura más noble. Sólo en Cristo el hombre alcanza la grandeza que su corazón anhela – la gloria de la bondad perfecta.
La palabra hebrea tiene algo que ver con burbujear: significa que se desbordarán, que brotarán con el recuerdo de tu gran bondad.
Declarar y alabar la grandeza de Dios.
El recuerdo y la experiencia presente de la bondad de Dios.
Clemente y misericordioso es el Señor,
Lento para la ira, y grande en misericordia.
Bueno es el Señor para con todos,
Y sus misericordias sobre todas sus obras.
El salmista desea que el movimiento laudatorio se extienda de una a otra generación. Y que el objeto de la alabanza sean las proezas de Yahvé, en las que resplandecen sus divinos atributos: su gloria, su majestad, su omnipotencia, su grandeza, bondad, justicia, misericordia. Pocos pasajes del AT encierran como éste, en el ámbito de sus misericordias, a todo lo creado. Las alabanzas en tercera persona se deben a ser citas: el v. 8, de Sal 102,8; y el v. 9, de Ex 34,6.
El salmista se hace eco de la descripción de sí mismo que Jehová da a Moisés: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad (Ex 34,6).
Y expresa la idea que a veces es llamada gracia común – que Dios esparce algo de su bondad a toda la humanidad. Jesús dijo: Que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos (Mt 5, 45).
Bueno es el Señor no solo para con Israel, sino para con toda la humanidad, cuyos corazones llena de alimento y de alegría, como está dicho en Hch 14,17. Y viendo el hermoso cuidado de Dios presionado sobre todo lo que hizo. Toda la creación y todo el sabio plan de Dios eran demostraciones de la grandeza y bondad de Dios.
Toda la creación declara alabanza a Dios.
Te alaben, oh Jehová, todas tus obras,
Y tus santos te bendigan.
La gloria de tu reino digan,
Y hablen de tu poder,
Para hacer saber a los hijos de los hombres sus poderosos hechos,
Y la gloria de la magnificencia de su reino.
Tu reino es reino de todos los siglos,
Y tu señorío en todas las generaciones.
La creación misma alaba a Dios, y lo hace por deber agradecido. Sin embargo, aún más que los ríos y colinas alabando a Dios, el pueblo de Dios debería alabar y bendecir con gratitud al Señor.
Este es un tema maravilloso para el discurso del pueblo de Dios. Hay muchas cosas de las que hablamos, pero muy poco hablamos de la gloria del reino de Dios y de Su gran poder.
El salmista nuevamente siente la responsabilidad del pueblo de Dios de decirle al mundo en general la grandeza de lo que Dios ha hecho y quién es nuestro Rey.
Parece una de las grandes carencias de la Iglesia, hoy en día, que no es tanto la predicación cristiana como la plática cristiana, no tanto la oración cristiana en la reunión de oración como la conversación cristiana en el salón. ¡Qué poco oímos acerca de Cristo!
Una razón por la que la alabanza debe continuar para siempre es porque el reino de Dios durará para siempre. Su señorío es interminable, duradero en todas las generaciones.
Los hombres van y vienen como sombras en la pared, pero Dios reina eternamente. Distinguimos a los reyes a medida que son sucedidos llamándolos primero y segundo; pero este Rey es Jehová, el Primero y el Último.
El salmista invita a todas las criaturas de Yahvé, racionales e irracionales, a alabarle, pues a todas se extiende su misericordia. Las racionales, con alabanza subjetiva; las irracionales, con alabanza objetiva, que es su variedad, abundancia, hermosura, leyes fijas, ordenación al bien del hombre, manifestación de los atributos del Creador. Y no exhorta directamente a las criaturas, sino que en himno habla directamente a Yahvé refiriéndose a ellas. Las primeras que menciona son las que más glorifican a Yahvé, sus devotos y fieles, los israelitas fervorosos, que pregonan el poder de Dios. Y después alude en seguida a todos los hombres, pues el reino de Dios es universal, sobre todos los tiempos y todas las naciones; especialmente, a los que están agobiados (Mt 11,38) y necesitados (cf. Mt 6,25-34), a los que le invocan con fidelidad y le temen. Con todos ellos Dios se muestra bondadoso. Esa asistencia constante y universal de Dios culmina con los que le aman. Y, por contraste, como exigencia de su misma bondad divina, aniquilará a todos los malvados impenitentes. En ambas formas de proceder, Yahvé es digno de alabanza.
Tu reino es reino de todos los siglos: Estas palabras están grabadas en la puerta de una mezquita en Damasco, que antes era una iglesia cristiana. Originalmente fueron cubiertas con estuco; pero este ha desaparecido, y las palabras destacan claramente definidas. Parecen ser contradichas por siglos de mahometismo; pero son esencialmente ciertas.
La bondad de Dios para con los necesitados.
Sostiene el Señor a todos los que caen,
Y levanta a todos los oprimidos.
Los ojos de todos esperan en ti,
Y tú les das su comida a su tiempo.
Abres tu mano,
Y colmas de bendición a todo ser viviente.
¿Cómo se manifiesta la gloria y el poder de Dios? No en los símbolos humanos de poder y orgullo sino en su misericordia a los caídos y oprimidos. Dios resiste a los soberbios, pero extiende su misericordia a los que caen. Es importante reconocer esto cuando uno está caído. Según el v. 15 todos dependen de Dios para su provisión. Con razón los cristianos damos gracias a Dios por cada comida. Abres tu mano... (v. 16). ¡Qué figura tan expresiva es! Dios tiene todo el poder; sólo tiene que abrir su mano para que todos tengamos comida. Entonces, ¿por qué hay tantos que sufren hambre? Pues, la desobediencia, la alienación de Dios de parte de la raza humana conlleva esta consecuencia. La enseñanza aquí es que sin la intervención de Dios, nadie tendría alimento.
La compasión de Dios es especialmente evidente hacia los que caen y fracasan. No los desprecia ni los rechaza; hay un sentido en el que Él se acerca especialmente a ellos para sostenerlos. Si permiten que su caída los humille correctamente, Dios se acercará y los sostendrá.
La frase, todos los que caen, es inusualmente expresiva; y esta ayuda oportuna en una etapa temprana se combina con el poder de Dios para revivir la esperanza perdida y las habilidades fallidas.
La última parte del salmo está marcada por una repetición frecuente de ‘todos’, que ocurre once veces en estos versículos. El salmista parece deleitarse con el sonido mismo de la palabra, que le sugiere visiones ilimitadas del amplio alcance de la misericordia universal de Dios, y de la multitud innumerable de dependientes que esperan y son satisfechos por Él.
La mayoría de los comentaristas conectan esto con las palabras todo ser viviente que siguen, y ven que se tiene en cuenta a toda la creación. Dios está aquí representado como el Padre universal, que proporciona alimento a toda criatura viviente.
El cuidado de Dios por la creación se extiende más allá de Su provisión para hombres y mujeres. Como diría Jesús más tarde, Dios también se preocupa por los pájaros y la hierba del campo (Mt 6, 6-30). Dios hace esto con una mano y un corazón maravillosamente abiertos a Su creación.
El amor y la justicia del Señor.
Justo es el Señor en todos sus caminos,
Y misericordioso en todas sus obras.
Cercano está Jehová a todos los que le invocan,
A todos los que le invocan de veras.
Cumplirá el deseo de los que le temen;
Oirá asimismo el clamor de ellos, y los salvará.
Jehová guarda a todos los que le aman,
Mas destruirá a todos los impíos.
La alabanza de Jehová proclamará mi boca;
Y todos bendigan su santo nombre eternamente y para siempre.
El amor y la justicia de Dios no son contradictorios; todas las obras de Dios manifiestan los dos. Dios no es caprichoso ni parcial; podemos confiar en su fidelidad. A la vez ha provisto una salvación que satisface su justicia y abre su amor a los que aceptan esta salvación en Cristo. Se sigue mostrando este amor, pues está cercano... a... los que le invocan. El NT dice lo mismo: ... todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo (Rm 10, 13). Entonces, ¿por qué algunos oran y parece que Dios no “está cerca”? La segunda frase explica: que le invocan de verdad, con sinceridad, como dijo Jesús en Jn 4, 24-25. Los vv. 18-20 respiran la profunda confianza en Dios que caracteriza a los salmistas. Nótense los que le invocan (v. 18), los que le temen (v. 19) y los que le aman (v. 20). El salmista está hablando de las mismas personas; a la vez se nota una profundización de la vida con Dios que debe ser la experiencia de todo creyente.
A lo largo de este salmo, se ha hablado mucho acerca de cómo debemos alabar a Dios por quién Él es y lo que ha hecho. Aquí nuevamente el salmista nos da una razón para alabar al Señor, reconociendo la combinación incomparable de ser justo y misericordioso.
Más tarde, el apóstol Pablo escribiría sobre esta idea, cómo en la persona y obra de Jesús, Dios demostró en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús (Rm 3, 26). La combinación de ser justo y justificador es muy similar a ser justo y misericordioso.
Los que anhelan a Dios siempre tendrán tanto de Dios como anhelen y sean capaces de recibir
El salmista da un ejemplo más de la gracia de Dios en acción (guardando a todos los que le aman), junto con Su justicia en acción (mas destruirá a todos los impíos).
Parece que el salmista quiso decir esto como una declaración. Habiendo escrito tan elocuentemente sobre quién es Dios y lo que ha hecho por Su pueblo, la firme decisión del salmista era la de usar su boca para alabar y bendecir a Dios una y otra vez. Hagan lo que hagan los demás, no me quedaré callado en la alabanza del Señor; cualquier cosa que otros hablen, mi tema está fijo de una vez por todas: hablaré las alabanzas de Jehová. Lo estoy haciendo y lo haré mientras respire.
Una doxología final, v. 21. El salmista dirige al clímax reiterando los temas del Salmo. a) Su boca debe expresar las grandezas de Dios; b) el deseo de que todos “bendigan” a Dios, el propósito misionero que motiva la alabanza; y c) lo duradero de todo este “proyecto” de Dios. ¡Qué bendición es ser parte de este proyecto de Dios! Joya bíblica Justo es Jehová en todos sus caminos y bondadoso en todas sus obras. Cercano está el Señor a todos los que le invocan, a todos los que le invocan de verdad (Sal 145,17-18). Bendiciones incontables Sal 145,20 Las bendiciones del creyente que Dios ama. 1. Ser amado. 2. Ser feliz. 3. Ser eficiente. 4. Ser lleno de poder. 5. Ser fuerte en fe. 6. Ser valeroso. 7. Ser digno de confianza. 8. Ser enteramente consagrado. Joya bíblica Clemente y compasivo es Jehová, lento para la ira y grande en misericordia (Sal 145, 8).